27 de septiembre, una fecha para conmemorar la lucha antifranquista

Ayer, 27 de septiembre, se cumplieron 47 años de los últimos fusilamientos del franquismo. Estando todavía mucha gente despertándose del resultado electoral de Italia y haciéndose la pregunta retórica de cómo ha podido pasar que en Italia el fascismo del siglo XXI haya ganado unas elecciones, nos encontramos que las barbaridades que hizo el fascismo a lo largo de 40 años en el Estado español siguen siendo la preocupación de una minoría. Fiel reflejo de ello es la falta de un acto institucional por parte de un Gobierno que se autodefine progresista y de izquierdas y que ha aprobado a bombo y platillo la nueva Ley de Memoria Democrática y la nula repercusión que ha tenido en los medios de comunicación.

Empiezo por el final, es decir, por los medios de comunicación. Si digo que los medios que componen la Brunete mediática están al servicio de los grandes poderes económicos no estoy desvelando ningún secreto y que para estos poderes el fascismo no sólo no es su preocupación, sino que perfectamente puede llegar a ser su aliado táctico y estratégico, es algo que lo estamos comprobando en el día a día. Por ello, la estrategia de esos medios de comunicación en su labor de blanquear al fascismo en el Estado español no debería de llamar la atención a nadie que esté medianamente informado, lo que conlleva el olvido de hechos como los que se produjeron el 27 de septiembre de 1975. Lo que debería de llamar la atención es la gran cantidad de medios que en la actualidad se pueden definir como condescendiente con el golpe de Estado de julio de 1936 y con la dictadura franquista.

Lo realmente triste y grave es que la prensa que se puede enclavar en un espacio democrático y progresista, salvado contadas excepciones, parece que ha decidido meter en el cajón del olvido unos hechos que deberían de ser recordados todos años.

A lo largo de esta legislatura este Gobierno no ha dado muestras palpables de querer recordar esta fecha de una forma solemne. A nivel institucional este hecho sencillamente no existe. Parece que hay que contentarse con que los actos que se convocan no sean prohibidos, bajo el pretexto que se daba un enaltecimiento del terrorismo, como ocurrió con algunos homenajes que se intentaron celebrar en la pasada década. Parece como si los homenajes haya que hacerlos de tapadillo.

La lucha contra la dictadura franquista, en general, debería de ser motivo de estudio y admiración en cualquier régimen que se precie de democrático y, en particular, tanto por parte del Gobierno como de la prensa que defiende unos valores democráticos y antifascistas. De hecho, es algo habitual que en el Estado francés, como en otros estados europeos, todos los años se celebre la victoria contra el nazismo, fascismo, o como se quieran denominar los movimientos totalitarios que se dieron en los años 20 y 30 del siglo XX. Y para ello existen fechas emblemáticas, como puede ser la liberación de París o de Berlín, esta última por parte de las tropas soviéticas. Todo esto sólo sirve para hacer chirriar, aún más si cabe, la sala de máquinas de lo que hoy se denomina democracia española.

En el Estado español no existe ninguna fecha similar a las comentadas anteriormente por la sencilla razón que el fascismo murió plácidamente en la cama. Ello nos llevaría a plantear que en ausencia de buscar una fecha que significara la victoria contra el fascismo, un estado que se precie de ser democrático debería buscar otra que sirva para homenajear a todos aquellos luchadores antifranquistas y, en ese caso se hace difícil pensar que haya una fecha mejor que el 27 de septiembre, día en el que la dictadura franquista fusiló a cinco militantes antifranquistas. En esa fecha el régimen biológicamente estaba en las últimas, puesto que el dictador duró algo menos de dos meses. El problema radica en que políticamente el régimen ha durado mucho más, puesto que todavía estamos sufriendo las consecuencias políticas de dicho periodo dictatorial y ese el mayor obstáculo para institucionalizar el 27 de septiembre como día de la lucha antifranquista.

Esa fecha reúne todos los requisitos necesarios para que sea un día de recuerdo a todas las personas que durante los cuarenta años de dictadura lucharon contra el franquismo, primero defendiendo la legalidad republicana y después luchando contra la dictadura militar. Los militantes antifranquistas fusilados sufrieron detenciones, torturas y un simulacro de juicio en el que se vulneraron todo tipo de garantías para condenarlos a muerte.

Un Estado que apueste por ensalzar los valores democráticos debe de tener presente una serie fechas en las que se conmemoren hechos de esta naturaleza. Si la Diada, día nacional de Catalunya se homenaje a los que defendieron Barcelona de las tropas borbónicas, el 19 de julio se homenajea en Amaiur a los defensores del Reino de Navarra o el 2 de mayo se recuerda al pueblo de Madrid que se sublevó contra las tropas francesas, falta un día en el que se recuerde a los que dieron su vida por la libertad durante el franquismo. Y el mejor día es el 27 de septiembre, fecha en la que la dictadura franquista fusiló a cinco militantes antifascistas. Y lo demás es seguir blanqueando al franquismo y los cuarenta años de dictadura fascista.

Crítica a la conferencia “La Guerra Civil en Valderredible”

El pasado sábado asistí a la conferencia que organizó la agrupación socialista de Valderredible (Cantabria) con el título “La Guerra Civil en Valderredible”. El ponente fue Fernando Obregón Goyarrolla, profesor de historia, historiador e investigador sobre la Guerra Civil en los diferentes valles de Cantabria. Valderredible, para los que no lo conozcan, es el valle más meridional de esta Comunidad, pertenece a la comarca de Campoo y es uno de los municipios más extensos de todo el Estado español.

Para desgracia de Pablo Casado y del resto de herederos ideológicos del Régimen franquista, no parece que este tema sea la preocupación de cuatro izquierdosos iluminados y resentidos que están todo el día con las batallitas del abuelo, porque la asistencia fue impresionante. El salón de actos del ayuntamiento estaba a rebosar y hubo personas que tuvieron que permanecer de pie durante todo el evento.

Fernando Obregón Goyarrolla, antes de comenzar su intervención, manifestó que estaba en calidad de historiador, que no era militante del PSOE ni tenía carnet político alguno. Su presencia se debía a la solicitud que le había realizado la agrupación socialista de Valderredible por los conocimientos que tiene sobre este tema. Realizó una introducción muy ágil sobre los orígenes del conflicto, comenzando en las elecciones municipales de abril de 1931 y la proclamación de la II República. Relató cómo se vivieron esos acontecimientos en Valderredible hasta entrar de lleno en el golpe de Estado e inicio de la Guerra Civil, en todo el Estado, y de qué manera repercutió en Cantabria y en Valderredible en particular. 

En lo concerniente al periodo republicano y a la contienda bélica en Valderredible, la exposición fue muy pormenorizada, aportando innumerables datos. Habló sin ningún tapujo de los hechos que ocurrieron no sólo en el frente sino en ambas retaguardias.

La conferencia fue interesante, porque estoy convencido que aportó datos que muchos de los presentes, nativos como foráneos, desconocíamos.

Ahora bien, en la exposición, por un lado, eché de menos algunas cuestiones y datos que se dieron en ese periodo histórico de enorme importancia que son imprescindibles para poder entender lo que se vivió y, por otro lado, no me pareció muy adecuado algunos términos que utilizó el ponente a lo largo de su intervención, pues es muy importante el lenguaje que se utiliza cuando se habla de esta etapa histórica.

Lo primero y más relevante que se omitió es el recibimiento hostil que recibió la II República desde el día siguiente a su proclamación por todas las fuerzas reaccionarias de la época, de la mayor parte de los mandos del ejército y de la jerarquía de la Iglesia. Las asonadas militares, las actividades de organizaciones paramilitares, entre las que se encuentra el Requeté y otros grupos de ideología conservadora, etc. fueron una constante. Voy a poner dos ejemplos muy conocidos, aunque hay muchísimos más. El primer intento de derrocar al Nuevo Régimen se produjo en 1932 de la mano del general Sanjurjo cuando la II República tenía escasamente un año de vida. Desde ese mismo año los tercios del Requeté de la mano de Fal Conde, líder de la Comunión Tradicionalista, se estaban organizando como una auténtica organización paramilitar. Para contrastar lo relativo a las actividades de la Comunión Tradicionalista solo es necesario ver las fotografías de esa época existentes en el museo del carlismo, sito en Lizarra-Estella (Navarra). En resumidas cuentas, la II República nació con una gran fragilidad, estando en el punto de mira de todos los poderes fácticos de la época. La II República, con todos los errores que pudo tener, se vio obligada a desviar una cantidad ingente de esfuerzos y recursos a defenderse de todas esas conspiraciones y agresiones que sufrió, en vez de dedicarlos a la transformación socioeconómica y cultural del país, para acabar con la pobreza y las desigualdades existentes.

Es fundamental tener presente todo esto porque de lo contrario la imagen que se acaba proyectando de la II República es la de un régimen que sumió a este país en la confrontación y la violencia por voluntad propia.

Me llamó la atención que no realizara ninguna mención de las que he comentado. De hecho, mencionó que la Comunión Tradicionalista se estaba organizando, recibiendo cierta preparación militar con posterioridad a las elecciones de febrero de 1936, pero en ningún momento hizo mención de sus actividades de años anteriores, ya que existen pruebas documentales y gráficas de que lo llevaban haciendo desde tiempo atrás.

Otra cuestión que quiero señalar es la distorsión del lenguaje que se da al tratar esta etapa y que en esta conferencia se volvió a producir. Si bien en algún momento se utilizó la palabra golpe de Estado y/o sublevación militar se fue desdibujando cuando, para referirse a los golpistas, utilizó términos como “nacionales”, “azules” y para referirse al “bando republicano” usó términos como “Republicanos” y/o “rojos”, “zona roja”. Estoy convencido que el conferenciante en ninguno momento lo hizo de forma dolosa ni con un ánimo de falta de respeto para con el Régimen republicano. Lo que ocurre es que, en un tema de esta naturaleza, es imprescindible la utilización del léxico de la forma más correcta, no sólo desde un punto de vista histórico sino desde un punto de vista jurídico. Para referirse a lo que se llama “bando republicano”, en mi opinión, lo más indicado sería definirlo como los representantes de la legalidad vigente en ese momento. No es que fueran republicanos, que todos tenemos claro que lo eran, sino que eran los defensores de la República española instaurada mediante un procedimiento democrático y, por tanto, legal y legítimo. En este caso, nunca mejor, se podría designar a los defensores de la legalidad vigente como los “constitucionalistas”, porque defendían la constitución vigente, la republicana.

En cuanto al lenguaje utilizado para designar a los sublevados, cualquier término que no sea el de golpistas, ejército golpista, rebeldes, ejército rebelde o ejercito fascista (estaba compuesto de números unidades de la Alemania nazi y de la Italia fascista) es utilizar eufemismos y blanquear el léxico para denominarlos. No deja de llamar la atención que cueste tanto denominar golpista al sector del ejército que se sublevó en armas en julio de 1936 y al sector de la sociedad civil que le secundó cuando llevamos casi dos años escuchando la palabra golpista para designar a unas personas por el hecho de poner unas cajas con una ranura en la parte superior para introducir una papeleta para realizar una consulta a la ciudadanía, sin ninguna utilización de armas, artillería, aviación militar, ni nada que se le parezca.

Desgraciadamente relatos en estos términos se dan con frecuencia y no dejan de ser formas de blanquear las agresiones que sufrió la II República, pero, sobre todo, de blanquear el franquismo. Llueve sobre mojado.

Dejo para el final este breve comentario sobre la intervención que, al inicio de esta conferencia, realizó el responsable de memoria histórica del PSOE de Cantabria y director de deportes del gobierno cántabro. Cualquier persona demócrata de fuera de este país que escuchara la exposición le parecería correcta. Lo que ocurre es que los que preciasamente no venimos de fuera nos quedamos atónitos cuando escuchamos ese discurso, porque parecería que el PSOE es un partido que acaba de aterrizar en las instituciones y nunca hubiera gobernado. El PSOE en el periodo 1982-1989 disfrutó de una mayoría absoluta abrumadora en las cortes españolas. Posteriormente, en el periodo 1989-1996 fue el partido más votado y con el apoyo de otros grupos políticos de izquierda tuvo una mayoría suficientemente holgada como para haber dado todos los pasos necesarios en materia de memoria histórica y así no nos encontraríamos a día de hoy en esta situación. Esto es la prueba palmaria que el PSOE cuando gobierna en solitario, hace y deshace a su antojo, olvidándose de programas y demás reivindicaciones. Quizás esto nos ayude a entender su forma de actuar en la actualidad. Le espanta compartir el poder con alguien que pueda dejarle con las vergüenzas al aire.

Olvidaron que los muertos tienen vivos y los vivos memoria

Hay una placa sencilla en una de las columnas del Ayuntamiento de Olite (Navarra) en la que da se puede leer la frase que da título a esta reseña y que recoge el nombre de 50 asesinados tras el golpe militar del 18 julio de 1936.

Para quien no conozca Olite: es un pueblo situado en la Navarra Media, al sur de Tafalla, que en la actualidad no supera los 4.000 habitantes y que cuando se produjo el golpe militar apenas tenía 3.000 habitantes. Esto quiere decir que los sublevados asesinaron a más del uno por ciento de la población, en un territorio donde no hubo ni un kilometro de frente de batalla.

En la merindad de Estella (Navarra) hay un pueblo que se llama Sartaguda, pero que es conocido por el pueblo de las viudas. No es necesario que profundice más sobre el sobrenombre. En esta localidad se dio una tasa de 67,6 asesinatos por cada 1.000 habitantes y según los estudios que se han realizado calculan que asesinaron al 40% de los votantes masculinos del Frente Popular.

En agosto de 1936, los falangistas y requetés detuvieron a Maravillas Lamberto Yoldi de 14 años de edad y a su padre en la localidad de Larraga. Ambos fueron asesinados, pero previamente violaron a Maravillas Lamberto en las dependencias del Ayuntamiento. Todo fuera por la cruzada  para imponer el nacional-catolicismo.

Podría seguir recordando los asesinados que fueron tirados por los precipicios de la Sierra de Urbasa o los que se quedaron en las cunetas de los caminos que recorren el Viejo Reino, pero esa labor ya la han realizado y de forma muy meritoria otras personas que a través de magníficos trabajos de investigación han publicado un elenco de obras y publicaciones que nos han ayudado a hacer una composición de lugar de lo que pasó en los meses siguientes al golpe militar de julio de 1936.

En Navarra la represión se cebó con socialistas, comunistas, anarquistas, nacionalistas y con todo aquel que tuviera algún gen demócrata en su ADN. Para ello Navarra fue uno de los epicentros del golpe militar. La II República no tuvo mejor ocurrencia que para alejar al golpista Mola de Madrid y que no pudiera conspirar desde la capital, lo nombró gobernador militar de Navarra al mando de la 12ª Brigada de Infantería. El lugar perfecto para que pudiera organizarse y coordinarse con los requetés navarros que llevaban tiempo preparándose como organización paramilitar, introduciendo armamento suministrado por los fascistas italianos a través de Bera y de todo el Pirineo navarro. Ya unos días antes a que se produjese la sublevación Dolores Ibarruri informó de todos estos hechos a Casares Quiroga, Presidente del Gobierno. El alcalde de Estella durante la II República, el nacionalista vasco Fortunato de Aguirre, también avisó en diversas ocasiones de las actividades de Mola y los requetés, llegando a hablar con Casares Quiroga pero para variar, los republicanos seguían en babia.

Los siguientes 40 años tampoco fueron de color de rosa para todos aquellos navarros y navarras que con inquietudes políticas querían luchar en contra de la ilegalidad establecida mediante el golpe militar y para ello Navarra tiene otro record en lo concerniente a la represión. Un hijo del pueblo de Uxue, localidad de la Navarra Media, Jacinto Ochoa Marticorena, tiene el “privilegio” de haber sido el preso político que más años estuvo en las cárceles franquistas. 26 años y 10 meses. Previamente tuvo dos condenas de muerte, que le fueron conmutadas por largas penas ¿delito? ser militante comunista y haber luchado contra el fascismo.

No cabe ninguna duda que la represión fue brutal en todo el Estado, pero en un día tan señalado como hoy he querido hacer este comentario de lo que supuso en Navarra porque tengo la sensación que las demás autonomías perciben a Navarra como una comunidad conservadora, tradicional. Igual tengo una percepción equivocada, pero la he experimentado en varias ocasiones. Lo que ocurre es que, desde la muerte del dictador, en Navarra ha habido algunas personas que aunque se definen como de izquierdas, sólo han sido unos colaboradores de los herederos de la represión franquista, todo ello para no dejar de ser un pilar del Régimen heredero del franquismo.

Sin embargo Navarra ha sido una tierra de luchadores por la libertad mucho antes que se creara el Reino de Navarra. Desde que los vascones sacaran a pedradas y palos a las huestes de Carlo Magno a su paso por el collado de Ibaeta (Roncesvalles) allá por año 778, pasando por la lucha por defender al Viejo Reino de la invasión castellana, manteniendo viva su llama para evitar la asimilación, por no hablar de las guerras carlistas en la defensa de los derechos históricos de Navarra., la lucha por la defensa del comunal y del campesinado navarro saliendo al paso de las tropelías de hacendistas explotadores.

Por eso, hoy, día 18 de julio, quitando las localidades que celebren la onomástica de Santa Marina, no hay nada que celebrar y mucho que recordar porque como bien dice la placa que hay en el Ayuntamiento de Olite “Olvidaron que los muertos tienen vivos y los vivos memoria”.