La Sierra de Guadarrama víctima de la industria del esquí

A lo largo de estos días hemos estado inmersos en la cumbre de Glasgow, en la que se ha estado debatiendo para intentar superar la crisis climática que nos acecha. Los resultados siguen siendo decepcionantes, porque todo se queda en buenas palabras, pero, desgraciadamente, muy lejos de las medidas que la situación requiere. El capitalismo se resiste a renunciar a seguir obtenido grandes beneficios a costa de la salud de nuestro planeta y por tanto de la nuestra. La cuenta de resultados de las empresas está por encima del bienestar de la humanidad.

No nos engañemos. El capitalismo no tiene ningún interés en cambiar de actitud y si entra en este tipo de conferencias, es más por una cuestión de imagen, que por un interés real, porque cuando luego hay que bajar a los problemas del día a día, su aptitud es la misma que ha tenido desde el inicio de lo que hoy podemos definir como sociedad capitalista.

Tampoco es una novedad que cuando el capitalismo tiene dificultades para defender sus intereses y privilegios, porque estos están en peligro, no repara en medios para poder mantenerlos intacto. Para ello aplican la máxima del “todo vale” y echan mano de todo tipo de argumentos y artimañas, y si es necesario, alimentan al fascismo para que les realice el trabajo sucio.

Todo esto aun siendo obvio es necesario recordarlo pues hoy traigo aquí un problema de un gran impacto medioambiental que se da en las comunidades de Madrid y Castilla y León. En concreto, en la Sierra de Guadarrama. Me estoy refiriendo a las pistas de esquí existentes hasta la fecha en el entorno del puerto de Navacerrada y que allá por el mes de marzo el Ministerio de Transición Ecológica decidió no renovar la concesión a la empresa concesionaria.

El motivo aducido por la Administración Central se fundamenta en la subida de las temperaturas, debido al cambio climático, lo que aboca a no hacer viable el mantenimiento de la concesión para un negocio basado en la nieve.

Para las personas que no conozcan la zona, voy a ser muy conciso. El entorno del puerto de Navacerrada es el entorno montañoso que más cerca está de la metrópoli madrileña y una zona magnífica para tener un contacto directo con la naturaleza y practicar senderismo siempre respetando el medio ambiente. El incremento de las temperaturas, como consecuencia del cambio climático ha originado un descenso importante de las precipitaciones en forma de nieve en esta zona, por lo que la práctica del esquí en esas instalaciones se ha resentido considerablemente.

Por lo que respecta a las pistas de esquí que existen en ese entrono, tienen una antigüedad cercana a los setenta años, pero, lo más importante, la existencia de esas pistas ha originado un grandísimo impacto medioambiental. Se mire como se mire, las instalaciones de esquí han supuesto un deterioro paisajístico que se ha ido acrecentando a lo largo del tiempo. Desde la tala de árboles, el acondicionamiento de laderas de montaña para la práctica de este deporte y, una de las cosas más graves, la construcción de las instalaciones necesarias para la práctica de este deporte, como pueden ser los remontes, cañones de nieve y otro tipo de edificaciones que han originado un gran deterioro del entorno.

El motivo aducido por el Ministerio de Transición Ecológica para su no renovación no deja de ser un tanto endeble. No porque no le asista la razón, sino porque hay innumerables motivos que podrían fundamentar esta decisión, además del que aportaron en su momento.

La Sierra de Guadarrama victima de la industria del esqui
Siete Picos

La Sierra de Guadarrama por su vertiente sur, que corresponde a la Comunidad de Madrid, ha sufrido un impacto urbanístico, que se puede decir, sin ningún género de dudas, que es irreparable. La proliferación de edificaciones ha sido una constante a lo largo de varias décadas, sin que nadie haya puesto coto a esta barbaridad de crecimiento urbanístico.

Las políticas del ladrillazo se han cebado con diversos parajes naturales. Además de los pelotazos urbanísticos que han surgido al amparo de las políticas neoliberales en la regulación del suelo, la Sierra de Guadarrama lleva sufriendo durante muchos años un deterioro que si no se le pone coto de forma inmediata, la situación va a ser irreversible a todas luces. Y todas las infraestructuras necesarias para la explotación de las pistas de esquí son responsables directos de ese deterioro.

La situación en este momento es un tanto kafkiana, porque según las informaciones que se han publicado en algunos medios de comunicación, la empresa concesionaria, no sólo se niega a retirar las instalaciones existentes, en virtud del fin de la concesión y, previa petición de la Administración Central, sino que tiene intención de abrir las instalaciones para su explotación el próximo 1 de diciembre. Habrá que esperar a ver que sucede ese día, pero esperemos que el Ministerio de Transición Ecológica tome las medidas oportunas para que la concesionaria no actúe a su libre albedrío.

Ante esta situación la Comunidad de Madrid, teniendo en cuenta que el ultraliberalismo campa a sus anchas en sus despachos, con el apoyo imprescindible de la extrema derecha, ha decido dar batalla. Como no podía ser de otra forma, están en contra del cierre de las pistas de esquí y han llamado a arrebato. Como no podía ser de otra forma, a la extrema derecha española (PP-VOX) el medio ambiente nunca ha estado en sus agendas, entre otras cosas, porque son los responsables, que no los únicos, de los desmanes urbanísticos que se han dado en el entorno, pues la inmensa mayoría de los ayuntamientos de la zona los llevan gobernado desde hace bastantes años.

Lo que ocurre es que a todo esto hay que añadirle que la extrema derecha española es negacionista del cambio climático. Sólo hay que escuchar a personalidades importantes del PP, como Aznar, Rajoy, etc… o a líderes de VOX, lo que opinan sobre tema. La gran preocupación es la obtención de beneficios de las empresas, aunque sea a costa del deterioro irreversible del medio ambiente. Por lo que en esa confrontación entre intereses empresariales y medioambientales, la extrema derecha siempre va a elegir lo primero. Su único objetivo es la acumulación de riquezas aunque eso realmente sea pan para hoy pero hambre para mañana, porque si el planeta colapsa, lo hacemos todos. Son las teorías cortoplacistas del liberalismo económico.

No hay que olvidar que muchas estaciones de esquí sobreviven gracias a las ayudas públicas, pues son deficitarias. Tienen que recurrir a las administraciones públicas para que las explotaciones sigan siendo viables, sin ser una actividad que esté extendida entre la población en general, pues sigue siendo un deporte muy minoritario, pero con un grandísimo coste en infraestructuras.

En toda esta historia falta un elemento que he mencionado en la introducción que he realizado, y corresponde a la intervención de la extrema derecha española, el fascismo del siglo XXI. Son los negacionistas del cambio climático elevados a la enésima potencia. No hay duda de cuál va a ser su postura, pero a la hora de utilizar un argumentario tiran de falsedades, demagogia y lo que haga falta. Al fin y al cabo, la cobertura mediática que tienen les posibilita todo ello. Y en este tema no han tenido mejor idea de unir cultura y esquí. A cualquier persona en su sano juicio le puede chocar, pero así es.

La Sierra de Guadarrama victima de la industria del esqui
Pico de Peñalara

VOX ha presentado una iniciativa para que la Comunidad de Madrid declare a las pistas de esquí de Navacerrada que están en la vertiente madrileña, como Bien de Interés Cultural. Debe de ser que quieren equipar las pistas de esquí al Museo del Prado o al Acueducto de Segovia. Dos bienes de interés cultural muy cercanos a donde se encuentran las pistas de esquí. Pero no sería de extrañar que esa estrategia les de resultado y mucha gente se trague el anzuelo, al fin y al cabo es la misma que han utilizado para hacer ver que la caza y los toros son bienes de interés cultural. Algo que en pleno siglo XXI no deja de ser una aberración.

Detrás de todo esto no hay otra cosa que mantener su modelo económico y de ocio, pensado en defender los intereses de una minoría y nunca en los intereses de la ciudadanía en general. Y para ello lo disfrazan  con términos, como en este caso “bien de interés cultural”, que nada tienen que ver con la cultura, pero mucho con intereses de otra índole.

Para que la situación tenga un toque algo más surrealista, el pasado sábado 13 de noviembre, el puerto de Navacerrada tuvo unos visitantes muy especiales. VOX se manifestó en contra del cierre de las pistas de esquí, pidiendo que Navacerrada sea declarado bien de interés cultural. En su lema no hablaban de pistas de esquí, porque de esa forma quedan a relucir sus intereses. Pero una vez más, el fascismo trata a la gente como imbécil. Quizá porque por desgracia, su estrategia le ha dado muy buenos resultados.

La batalla de Madrid II. La lucha por la hegemonía de la izquierda madrileña

Corren malos tiempos para la izquierda madrileña. Son muchos los años en los que la derecha lleva gobernando la Comunidad de Madrid (CAM) de la mano de las políticas más afines a la extrema derecha y con el paso de los años, Madrid ha pasado a ser el laboratorio que el ala más de extrema derecha del Partido Popular (PP) utiliza de forma reiterada para poner en marcha las políticas que salen de la factoría FAES y/o que importan de los think tank republicanos y trumpistas de los EEUU.

Desde que en las elecciones de 1995 el PP, con la candidatura de Ruiz-Gallardón obtuviese la mayoría absoluta, la izquierda madrileña lleva más de un cuarto de siglo sin lograr dar con la tecla para desbancar a la derecha, con el paréntesis efímero de las elecciones de mayo de 2003, en las que no fructificó un gobierno de mayoría PSOE-IU, debido a que dos tránsfugas del PSOE posibilitaron el tamayazo. A partir de entonces, las victorias del PP se han ido sucediendo hasta nuestros días, aunque en las de 2015 y 2019 hayan necesitado el apoyo de otros grupos de la derecha para poder mantenerse en el gobierno. 

A priori, el anticipo de las elecciones autonómicas de Madrid es el peor escenario que se le puede plantear al centro-izquierda madrileño en estos momentos. Ello ha provocado algunos movimientos que se han dado desde el anuncio de la convocatoria de elecciones, aunque no parece que sean lo suficientemente importantes para que pueda producirse un cambio en la correlación de fuerzas dentro de los partidos del centro-izquierda. Eso sí, este proceso electoral va a servir para animar la pugna entre las diferentes opciones de este espectro político que concurren a estos comicios.

El PSOE madrileño, a lo largo de los años, ha sido incapaz de articular un proyecto para disputarle unas elecciones a la derecha. Desde la época de Joaquín Leguina, último presidente del PSOE en la CAM, la Federación Socialista Madrileña ha sido siempre un polvorín, con luchas intestinas que le han ido desangrando como alternativa y eso lo está pagando con creces. Si a eso se le añade que las políticas que desarrolla el PSOE allá donde gobierna no difieren en las grandes cuestiones de las que realiza la derecha, es muy complicado remarcar su espacio electoral. Y en esta campaña se está volviendo a reproducir esta situación pues el candidato del PSOE está pisando esa línea que separa las políticas progresistas de las neoliberales.

La decisión del PSOE de mantener como candidato a Ángel Gabilondo ha sido un tanto llamativa, pues parecía que su candidatura estaba en el aire, sobre todo, después de todas las críticas que ha recibido por la nula oposición que ha realizado al gobierno de Díaz Ayuso, desde el estallido la pandemia. En ningún momento ha tenido una estrategia como líder del partido más votado en Madrid ante la nefasta gestión que ha realizado el Gobierno la CAM. Ha sido incapaz de tener una actitud proactiva en temas tan importantes y graves como la gestión del Gobierno autonómico en las residencias de ancianos, así como en la destrucción de la sanidad pública. En Madrid se dice que dos no discuten si uno es Ángel Gabilondo, y en los días posteriores a la convocatoria electoral la sensación era que el PSOE tenía interiorizado un resultado adverso y por ende una mayoría absoluta incontestable de la extrema derecha.

A lo anteriormente expuesto hay que añadir la política acomplejada que ha mantenido el Gobierno Central en su relación con la CAM. Ha sido una auténtica guerra de posiciones en la que Díaz Ayuso ha sabido tomarle la medida a Pedro Sánchez. Ha habido diversas situaciones en las que se ha constatado quién tenía claro su objetivo y quién iba sin rumbo fijo y el ejemplo palmario fue la visita que Pedro Sánchez realizó a la sede de la CAM y la posterior comparecencia conjunta. Ayuso le preparó su emboscada particular con las declaraciones que realizó.

Pasado unos días, el PSOE se ha empezado a desperezar y para ello ha retomado una táctica muy similar a la que utilizó Pedro Sánchez en la campaña de las elecciones de noviembre de 2019. Si en esa campaña proyectó una imagen en la que se alejaba de Unidas Podemos (UP) y criminalizó al independentismo catalán para luego acordar un gobierno de coalición con los primeros y pactar con ERC una abstención, ahora parece que la campaña de Gabilondo quiere seguir un camino muy similar, vetando a Podemos en un hipotético acuerdo de gobierno e inclinándose por llegar a pactar con Más Madrid y Ciudadanos (Cs). Pero esta estrategia no sólo la están siguiendo en lo que a alianzas electorales se refiere. El candidato Gabilondo ya ha iniciado un discurso neoliberal, al más puro estilo Cs, con su propuesta de no subir impuestos. Da la sensación que es un intento a la desesperada por pescar en el caladero de Cs y evitar que la mayor parte del electorado de los naranjas acabe votando a alguno de los dos partidos de extrema derecha que se presentan a las elecciones (PP-VOX). El PSOE más que un partido es una máquina electoral que puede hacer fluctuar su discurso en función de la dirección del viento, pero eso en política se suele pagar caro porque su electorado natural se acaba desmovilizando.

Sin duda alguna, la decisión de Pablo Iglesias de presentarse como cabeza de Unidas Podemos, abandonando el Gobierno y el escaño de diputado y su posterior oferta a Más Madrid para concurrir conjuntamente a estos comicios ha sido el revulsivo que necesitaba la izquierda para animar esta campaña electoral. Estos dos movimientos simultáneos han generado el mayor efecto mediático a lo largo de estas últimas semanas.

El salto que ha dado Pablo Iglesias abandonando su puesto de Vicepresidente segundo del Gobierno no deja de ser una decisión que va a condicionar el futuro de Podemos y su relación con su socio de coalición, IU. Que Pablo Iglesias haya llegado a la conclusión que tiene que ser él la persona que encabece la lista de UP para presidir la Comunidad de Madrid no deja margen de dudas a la hora de hacer una lectura. Muy mal tenía que ver la cosa. En UP había auténtico pánico de no poder llegar al cinco por ciento y pasar a ser una fuerza extraparlamentaria, como le ha ocurrido en Galicia. Esta vez UP no se lo podía permitir. Hubiera sido un golpe durísimo y se hubiera reflejado en la relación con su socio (PSOE) en el Gobierno Central. Es llamativo que no hayan sido capaces de encontrar otro candidato de cierta talla dentro de las filas de la coalición, porque la estrategia de buscar un candidato de cierto prestigio fuera del partido ya la han utilizado con demasiada profusión y ese comodín parece estar un tanto quemado.

Para Podemos es una muy buena noticia que Pablo Iglesias lidere su candidatura porque va a conseguir movilizar a sus bases y poder superar el cinco por ciento. Y es una muy buena noticia para la izquierda en general porque el elector de izquierdas va a tener dos candidaturas con dos sensibilidades diferentes para que el votante de izquierda se pueda sentir identificado en alguna de ellas. Ahora no tiene excusas para quedarse en casa. En estas elecciones si todas las candidaturas de la izquierda superan el cinco por ciento, cosa que en estos momentos se da por descontado, no se van a ver penalizadas. Es más, al superar todas ellas el listón del cinco por ciento van a obtener los mismo o más escaños que yendo juntos.

Hubiera sido un error que las dos listas de izquierdas se hubieran presentado en una única candidatura porque dentro del electorado de ambas formaciones hay vetos cruzados. Hay personas de Podemos que nunca votarían una lista del entorno de Íñigo Errejón y hay votantes de Más Madrid que se resistirían a votar a Pablo Iglesias.

La propuesta que realizó Pablo Iglesias para ir junto con Más Madrid en una lista conjunta ha sido un golpe de efecto que nacía frustrado desde el primer momento. Estaba destinada a que no saliese adelante porque más que una oferta, era una OPA pseudo amistosa para fagocitar a Más Madrid. A lo largo de la vida de Podemos, el sector liderado por Pablo Iglesias ha ido dejando cadáveres políticos a su paso. En todos los territorios no han faltado operaciones para controlar los órganos del partido desde Madrid y arrinconar al resto de las sensibilidades hasta que han ido abandonando la formación. El aparato del partido ha sido una máquina interna de triturar a las facciones no oficialistas. Primero se dio el divorcio con el sector liderado por Íñigo Errejón y posteriormente con la corriente Anticapitalistas. En este último caso dándose una situación bastante lamentable en el Parlamento andaluz.

La oferta de Pablo Iglesias en la que ofrecía unas primarias para liderar la lista no dejaba de ser una oferta-trampa porque la militancia de Podemos e IU es muy superior a la que tiene Más Madrid. Los dos primeros partidos tienen un bagaje político mucho mayor que el partido liderado por Íñigo Errejón, que no deja de tener una trayectoria muy corta, pues no llega ni a dos años de vida. En unas hipotéticas primaras para elegir una lista conjunta, con toda probabilidad los primeros puestos hubieran sido copados por gente de Podemos e IU, quedando bastante marginadas personas de más Madrid que han llevado el peso de la oposición en la Asamblea de Madrid. UP ha obviado que la representación obtenida por Más Madrid en las elecciones de 2019 para la Asamblea de Madrid fue muy superior a la que obtuvo UP y estos últimos consiguieron representación por un margen inferior a un punto.

Pablo Iglesias ha sido tremendamente inteligente realizando esta oferta a más Madrid. Era vital para poder difuminar el mediocre bagaje de algo más de un año en el Gobierno Central. Sin perder de vista lo que ha supuesto la pandemia mundial, los logros de UP en el gobierno son bastante paupérrimos. Muchos de los objetivos que firmaron los partidos que forman la coalición PSOE-UP los podían haber logrado a lo largo del primer año de legislatura porque los números daban para ello. Por el contrario, han estado sumidos en trifulcas y declaraciones cruzadas. Temas tan importantes como la derogación de la reforma laboral, que a día de hoy sigue sin haberse aprobado, la incapacidad para abaratar los costes energéticos y la bronca que tienen organizada con la Ley de vivienda son cuestiones que no deberían de generar fricciones porque estaban recogidas en el documento que firmaron para sellar el Gobierno de coalición.

Este bagaje en la gobernanza está demostrando el ninguneo al que UP está siendo sometido por parte del PSOE. De los ministerios que controla UP, el único que está teniendo una producción legislativa es el Mº de Trabajo, porque el resto están atados de pies y manos. La Vicepresidenta Primera se encarga de cortocircuitar los proyectos en los que trabajan y si no que se lo pregunten a la Ministra de Igualdad. Luego la salida recurrente es cargar en las presiones que realiza la oligarquía para justificar la falta de cumplimiento de las propuestas con las que llegaron al Gobierno. Me pregunto si una de esas presiones de la oligarquía es que el Gobierno Central hasta ahora no haya sido capaz de declarar el próximo cuatro de mayo día festivo en la Comunidad de Madrid, para neutralizar la decisión de Díaz Ayuso de realizar unas elecciones en día laborable y que no se favorezca de esa treta burda, pues en un día laborable es más factible que suba la abstención en los barrios trabajadores, beneficiando de forma notable a la derecha.

Esa es la gran diferencia entre la derecha y la izquierda cuando gobiernan. La derecha sabe cuidar a su electorado. Lo mima desde el primer día. No se anda con miramientos. Al Gobierno de Rajoy le bastó menos de dos meses para aprobar una reforma laboral. Los deseos de la patronal se vieron cumplidos y no hubo dialogo social que valga. Pusieron en marcha su rodillo parlamentario para aprobar la reforma laboral. Nada más llegar Almeida al Ayuntamiento de Madrid ha actuado de forma similar. En pocos meses tiraron abajo todo el trabajo que el equipo de Carmena realizó durante cuatro años.

El actual Gobierno rebasó la raya del surrealismo en el mes de mayo del año pasado, cuando firmaron un pacto con EH Bildu para sacar adelante una de las prórrogas del estado de alarma. En ese acuerdo una de las cuestiones a las que se comprometían los dos partidos del Gobierno de coalición (PSOE-UP) era derogar la reforma laboral, algo que ambos partidos tenían firmado en su acuerdo gobierno. Pero a las pocas horas, la cosa se tuerce y hace acto de aparición la ministra Calviño alzando la voz en contra de ese acuerdo y automáticamente el PSOE se desdice de lo firmado. Esto no es precisamente cuidar al votante que te ha facilitado llegar al Gobierno. Luego hay sectores de la izquierda que se sorprenden cuando estudios que realizan politólogos y sociólogos dicen que en los barrios y poblaciones más humildes de Madrid la participación suele ser alrededor de diez puntos menor que en los barrios más acomodados. Habría que preguntarse porqué se quedan en casa ¿Quizás porque dudan de la utilidad de votar a una izquierda que no suele ser capaz de resolver sus problemas? Esta situación es susceptible de ser más grave si en vez de quedarse en la abstención deciden votar a la extrema derecha al calor de un discurso nacional-populista.

En estas elecciones Más Madrid ha optado por tirar de cantera. No ha hecho ningún fichaje de cierto relumbrón para sus listas y desde un primer momento ha tenido claro que su cabeza de lista tenía que ser Mónica García. Una persona que hace dos años para el común de los mortales, esos que siguen la política desde una cierta distancia, era una auténtica desconocida, pero que en dos años, gracias a la labor de oposición que ha realizado al Gobierno del PP-Cs, es una de las políticas más conocidas de la CAM. La candidata de Más Madrid ha sabido desplazar a Ángel Gabilondo, que lleva missing casi dos, pero, sobre todo, contrarrestando con propuestas la campaña guerracivilista que está realizando la extrema derecha.

Díaz Ayuso quiere evitar, que la campaña se centre en confrontar programas y propuestas. La izquierda tiene dos opciones: entrar al trapo y hacer una campaña identitaria de banderas o, por el contrario, intentar hacer llegar a la población que hay otra forma de hacer política para la gran mayoría de la ciudadanía madrileña. El partido que logre este objetivo tendrá un porcentaje importante de probabilidades de ir calando entre el electorado de la CAM.

Ante la dificultad añadida de que la derecha en la CAM ha ido moldeando una sociedad que le sea lo más receptiva posible a su discurso, la izquierda tiene que construir un proyecto para Madrid con luces largas y eso no se hace de la noche a la mañana, pero cuanto antes ponga la primera piedra más pronto empezará a correr el tiempo para que la derecha pierda el poder en Madrid.

La batalla de Madrid I. La lucha del PP y VOX por los despojos de Ciudadanos

El atentado en Sarajevo contra el archiduque Francisco Fernando de Austria, heredero de la corona del Imperio austrohúngaro, el 28 de junio de 1914 fue la chispa que desato la Primera Guerra Mundial, pero nadie cuestiona que los motivos reales fueron la lucha imperialista entre las grandes potencias europeas y la pelea entre las burguesías de los países industriales por el control económico y el comercio internacional.

Algo similar ha ocurrido en la convocatoria de elecciones autonómicas en Madrid. Ha sido producto de la concatenación de una serie de situaciones que se han vivido en la política a nivel de todo el Estado en general y en Madrid en particular, y lo ocurrido en Murcia no ha dejado de ser la chispa que ha desembocado en el adelanto electoral.

Durante muchos años la política madrileña fue bastante anodina, en la que no ocurría nada destacable pues ya se encargó el tamayazo de dejar las cosas en su sitio y que quedase claro que los que mandan en la sombra en la Comunidad de Madrid (CAM) son ciertos poderes económicos, sobre todo los relacionados con el ladrillo. Pero esta tranquilidad en la que vivía el PP cambió en los últimos seis años. La descomposición política en la que ha estado sumido, con todos los casos de corrupción alrededor de los diferentes presidentes y consejeros de la CAM ha dado vida a la política madrileña.

Lo de Murcia no ha dejado de ser la excusa perfecta que Díaz Ayuso necesitaba para la convocatoria electoral, con la particularidad que ha conseguido que todo este proceso afecte de forma directa a la estructura del Gobierno Central con la decisión adoptada por Pablo Iglesias de abandonarlo para presentarse como candidato por Unidas Podemos para presidir la Comunidad de Madrid.

Los resultados que la derecha había cosechado hace escasas semanas en las elecciones catalanas habían sido un auténtico fiasco. Si Ciudadanos (Cs) perdía 30 escaños, la mayor parte de estos fueron a parar al PSOE y en menor medida a VOX. Por su parte, el PP no sólo no mejoró sus resultados, sino que perdió uno de los cuatro escaños que tenía hasta el momento. Fue incapaz de pescar nada en la desbandada de votantes que sufrió Cs y Casado empezaba a ser cuestionado dentro de su partido y a eso se le sumaba el juicio por la caja B del PP. La cosa no pintaba bien hasta el punto que decidieron hacer mudanza de sede, como si eso fuese el bálsamo de fierabrás.

Tanto en el bloque de la derecha como en el de la izquierda las aguas bajan revueltas y un tanto turbias. Dentro de ambos bloques hay grandes tensiones entre las formaciones políticas que los forman, lo que no deja de ser uno de los innumerables factores que han podido influir en la jugada de anticipo de elecciones. En este artículo me centraré en tomar el pulso a la derecha ante estas elecciones autonómicas.

La imagen del Gobierno de coalición PP-Cs con el apoyo de la extrema derecha, representada por VOX ha sido lamentable, echándose los trastos a la cabeza día y noche los socios de gobierno. En los casi dos años de convivencia han sido incapaces de aprobar un presupuesto para la CAM. Ayuso no logró aprobar unos presupuestos en 2020 y en lo que va de año todavía no tenía los apoyos suficientes dentro de la derecha para sacar adelante los de 2021. No han tenido voluntad política de sacar adelante unas cuentas que sirvan para poder hacer frente a las necesidades de esta Comunidad. Y no lo ha conseguido el Gobierno del PP-Cs porque quien les ha marcado el paso en todo momento ha sido la extrema derecha de VOX, poniendo innumerables exigencias encima de la mesa de negociación. El PP de Madrid, de la mano de Ayuso, no ha tenido muchos problemas en asumir las propuestas de VOX, cosa que al otro socio de la coalición, Cs, le ha costado en todo momento digerir que la extrema derecha fuese la fuerza política que les marcara el paso en la Asamblea de Madrid, pues tenía la llave para sacar adelante cualquier disposición legislativa. Todo esto, lo único que ha logrado es tensar la relación entre los dos socios de Gobierno. En la gestión de la pandemia las trifulcas entre Ayuso y Aguado, líder de Cs en Madrid han sido constantes y en algún momento se tenía que romper la cuerda de tanto tensarla.

Ante este cúmulo de tensiones y broncas internas, a Ayuso no le quedaba otra que esperar el momento más propicio para aprobar un adelanto electoral con la intención de fagocitar a su socio de gobierno. Lo de Murcia ha sido algo similar al atentado que sufrió el archiduque Francisco Fernando de Austria para que se desatase en menos de tres meses la Gran Guerra. Y en lo que a Madrid concierne, Murcia la excusa perfecta.

Al adelanto electoral de las autonómicas de Madrid no le está faltando de nada. Cada día salta alguna bomba. La decisión de Pablo Iglesias de dejar el Gobierno y el escaño en el Congreso de los diputados para presentarse como cabeza de lista por Unidas Podemos ha sido la última sorpresa que nos ha deparado todo este proceso y parece que a partir de ahora el foco mediático va a estar centrado en lo que ocurra dentro de Cs. De entra a Aguado de forma educada le han enseñado la puerta para que deje de liderar la candidatura de los naranjas. En el anterior artículo que publiqué le auguraba un futuro bastante negro y parece que empieza a haber codazos y tropezones para ver quien llega antes a la salida de emergencia[1].

La operación de Ayuso ha estado estudiada al milímetro. No han dejado al azar ningún detalle. La forma de la disolución de la Asamblea de Madrid y convocatoria de elecciones, realizada una vez finalizado el Consejo de Gobierno del nueve de marzo y la automática destitución de todos los consejeros y altos cargos de Cs, no deja sino entrever que eso no se planifica de la noche a la mañana. Ha sido producto de un trabajo minuciosamente preparado. Pero la fecha que escoge para la realización de las elecciones de los comicios no puede pasar desapercibida. Que se celebren en día laborable es otro elemento que no puede ocultar el deseo de buscar una menor participación en los feudos de la izquierda, barrios obreros donde la ciudadanía tiene más complicado el ir a votar a lo largo de la semana laboral, con largos desplazamientos a los centros de trabajo y horarios laborales interminables, como para que luego tengan que ir a un colegio electoral para ejercer el derecho al voto, sabiendo que al día siguiente le espera otro día aterrador. Ayuso, mejor dicho, sus asesores son conscientes que el electorado de derechas siempre va a votar, al margen de cualquier factor que pueda condicionar el ejercer el voto. Por el contrario, la izquierda se lo piensa mucho más. Cualquier mínimo detalle puede lograr que un potencial votante de izquierdas se quede en casa.

Es curioso ver ahora la amnesia que está sufriendo Díaz Ayuso. Durante todos estos meses de la pandemia ha intentado evitar confinar a la ciudadanía, enarbolando la bandera de la economía. Para ella no se podía parar la economía y ahora se ha descolgado organizado unas elecciones que lo primero que van a conseguir es paralizar, aún más, la niña bonita de sus ojos. Todo ello sin olvidar lo más importante: el peligro sanitario que acarrea una cita electoral, al exponer a la población al contagio en los colegios electorales.

Curiosamente, de la noche a la mañana Díaz Ayuso ha olvidado que un proceso electoral conlleva un gobierno interino durante unos meses y, por tanto, una paralización de su tan amada economía, con el agravante que en estos momentos los diferentes sectores productivos necesitan más que nunca el apoyo de las instituciones. Como consecuencia de todo esto, las ayudas que vienen de Europa a través del Gobierno Central llegarán más tarde en el caso de la Comunidad de Madrid y se demorará su reparto entre los diferentes sectores económicos. Habrá empresas que no llegarán a ver esas ayudas porque para entonces ya habrán echado el cierre.

Como su objetivo es ganar las elecciones cueste lo que cueste, tampoco ha reparado en las horas de trabajo que se van a perder por organizar unas elecciones en día laborable ni en que ese día tendrán que cerrarse las aulas para impartir clase. Ese día habrá padres que estarán más preocupados de ver cómo se organizan para cuidar a sus hijos porque no tienen un centro educativo donde puedan llevarlo mientras ellos trabajan y, por el contrario, otros padres no tendrán ese problema porque para eso está la empleada de hogar y así podrán ir a votar tan ricamente. Eso es la CAM. Un territorio donde la brecha socioeconómica cada vez es mayor entre su población. Aunque más curioso es ver que ningún empresario haya salido criticando la fecha elegida. Debe de ser que al empresariado madrileño no le debe de importar cargar con ese coste si ello sirve para que la derecha extrema y la extrema derecha ganan las elecciones ¿Será porque luego obligarán a sus trabajadores a recuperar las horas que hayan utilizado para poder ir a votar?, ¿Será porque les pondrán todas las trabas posibles para que puedan votar? O ¿Será porque con un gobierno de Díaz Ayuso van a tener todo tipo de ventajeas, incluidas las fiscales, en detrimento de los sectores más humildes de la sociedad?

En el bloque de la derecha las cosas se van clarificando cada día que pasa. El PP y VOX están eufóricos porque se ven con mayoría absoluta y la tarea más inmediata que tienen es repartirse los despojos de Cs. Los buitres rondan el cadáver y la duda que puede asaltar es quien se llevará el trozo de carroña mayor de la víctima.

Cs pudo haber evitado todo lo que está viviendo si hubiera actuado con mayor instinto político. En los últimos meses ha sido incapaz de percibir las intenciones de Díaz Ayuso y se embarcó en una moción de censura en Murcia sin haber tenido mayor amplitud de miras y no haber evaluado sus posibles repercusiones. Si daba ese paso, al menos, tenía que haber ido en paralelo la moción de censura en la Comunidad de Madrid, propuesta que la oposición se la había realizado en diversas ocasiones. Pero Aguado ha estado en la inopia y los errores se pagan y de qué manera.  En estos momentos Cs en Madrid está fracturado y veremos si en los próximos días no sufre una auténtica estampida de exparlamentarios y militantes vips. Este partido pasará la historia por haber sido el partido que peor ha sabido gestionar los acuerdos postelectorales.

El elector de Cs está realizando el camino de vuelta. Proveniente en su mayor parte del PP y en menor medida del PSOE, ahora vuelve a sus antiguos hogares. En Catalunya el votante de Cs provenía en gran parte del PSC-PSOE y en estas últimas elecciones han vuelto a votar a su antiguo partido y los que venían del PP en vez de votar a este partido votaron a VOX porque es el que en Catalunya representa mejor la imagen del españolismo beligerante. En el caso de Madrid, la mayor parte del electorado de Cs provenía del PP, por lo que en principio debería volver a su antigua casa, pero la aparición de VOX, que es quien está ganando la batalla ideológica en el conjunto de la derecha española[2] deja en el aire cuál va ser el porcentaje que cada partido va a arañar a Cs.

En toda esta batalla dentro de la derecha hay que tener presente que la cabeza de cartel del PP para estas elecciones es Díaz Ayuso, representante genuino del aguirrismo, del que también procede Abascal. Detalle que no se debe de pasar por alto. Desde el minuto uno su campaña está siendo al más puro estilo Trump con el apoyo incondicional de la Brunete mediática.

Un constante de su discurso es el lanzar slogans para agitar al electorado más de derechas e intentar captar votos de la extrema derecha. Sin lugar a dudas, podía ser la candidata perfecta de VOX. Además de que ella tenga una ideología muy similar al partido de Abascal, todo ello tiene como finalidad erigirse en el voto útil para luchar contra la izquierda y atraer electores de VOX. Esto con otro candidato del PP sería más complicado.

Por otra parte, ese discurso de mentar el socialismo o el comunismo asemejándolo a los mayores males terrenales y encarnarse como la defensora de la libertad no deja de ser la estrategia de la derecha rancia española que le da sus frutos en ciertos sectores de la sociedad que no tienen por qué ser de una clase social alta. En la Comunidad de Madrid hay ciudadanos que no tienen una situación económica boyante y ese discurso les seduce.

Esta estrategia no tiene otra finalidad que tapar la gestión de Díaz Ayuso durante los casi dos años que ha sido presidenta de la CAM. A lo largo de este tiempo se ha erigido en la nueva Juana de Arco y ha querido convertirse en la oposición al Gobierno Central, una vez que en su partido asimilaron que el Gobierno de coalición no era flor de un día y que esa batalla la tenían perdida en el Congreso. Ha abanderado, junto con VOX, todas las algaradas de los barrios pudientes durante el primer confinamiento. Esas concentraciones lamentables en las que sin ningún tipo de seguridad pedían la derogación del estado de alarma. Ha intentado boicotear cualquier ley que se aprobase en el Congreso, como es el caso de la Ley Celaá y lo más grave, se mire por donde se mire, tiene el dudoso honor de presidir la Comunidad Autónoma que peores números tiene en la gestión de la pandemia. Cada vez que se ha visto contra las cuerdas informaba de algún paquete de medidas que iba a adoptar que no dejaban de ser más que una válvula de escape porque ninguna de ellas las ha puesto en marcha. Ha priorizado a la educación concertada en detrimento de la pública y la última decisión que ha adoptado es la de recortar 135 millones de euros al sistema de ayuda a la dependencia. Y sin olvidar el pelotazo que las constructoras han dado a costa del erario público en la construcción de hospital Isabel Zendal, pero maltratando a los profesionales de la Sanidad Pública.

Así y todo, Ayuso tiene todas las papeletas para presidir de nuevo la CAM. No cabe duda que Madrid se ha convertido en un laboratorio donde se han ensayado las políticas más ultraliberales. La derecha más liberal en lo económico y reaccionaria en lo político ha logrado imbuir su discurso a una gran parte de la población. Quizás sea por aquí por donde tiene que empezar la izquierda a repensar su estrategia para poder ganar la batalla de Madrid. Se deben de replantear si la fórmula para ganar la batalla de Madrid pasa por un enfrentamiento ideológico, terreno en el que la derecha se siente muy cómoda o, por el contrario, la estrategia debe de ir encaminada a desnudar la gestión que ha destruido todo lo que suena a servicio público y ofrecer una alternativa en la que quepa la mayor parte de la ciudadanía.


[1] “Ciudadanos. Crónica de una muerte anunciada”, publicado en este blog el 19 de febrero de 2021.

[2] En el anterior artículo que publiqué con fecha de febrero realicé una exposición más extensa acerca del electorado de Ciudadanos y en los parámetros socioeconómicos y políticos en los que se ubican.

Inutilidad en la gestión de la nevada en tres actos

Tengo que reconocer que se me hace un tanto desagradable que muchas de las cosas que escribo en diferentes RRSS tenga como destino las personas que en la actualidad ostentan el poder en el Ayuntamiento y en la Comunidad de Madrid, pero es que van pidiendo a gritos ser el centro de atracción de todas las críticas. Entiendo que hay temas más importantes e interesantes para escribir, pero como decía Mafalda, como siempre lo urgente no deja tiempo para lo importante. De hecho, aunque la falta de tiempo me ha impedido publicar en mi blog en las últimas semanas, tenía en mente escribir sobre otros temas. Pero la realidad se ha impuesto y toca tratar la situación calamitosa que se está viviendo en Madrid.

Si la gestión de la pandemia en la Comunidad de Madrid está siendo un auténtico disparate y el proceso de vacunación es el retrato del funcionamiento de la derecha allí donde gobierna, ha tenido que ser una nevada la que haya dejado fuera de juego a la comunidad autónoma y al ayuntamiento que más recursos mueven en todo el Estado español.

Lo que se ha vivido desde el viernes, ocho de enero, en Madrid sólo es equiparable a un país tercermundista. El drama que se ha sufrido en Madrid consta de tres actos, pero a diferencia de las obras dramáticas que se ponen en escena, ésta no ha tenido ningún descanso, ha ido todo seguido, sin posibilidad de que la ciudadanía se recuperara.

El primer acto hay que situarlo en las horas previas al inicio de la nevada, cuando Martínez Almeida y Díaz Ayuso, alcalde de Madrid del PP y presidenta de la Comunidad, y en ambos casos por la gracia, no de Dios, sino de VOX, manifestaron en los medios de comunicación que la ciudadanía no se preocupase que tenían la situación controlada. Todas las previsiones coincidían que la dimensión de la tormenta iba a ser de una gran magnitud, pero los que dirigen los designios del Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid estaban más que tranquilos. Ahora podríamos decir que iban de sobrados.

El segundo acto se inicia con la nevada del jueves. Fue el calentamiento de motores para lo que se avecinaba al día siguiente, porque todos los expertos en meteorología avisaban que lo fuerte vendría a partir del viernes. Y la verdad que no se equivocaron y la tormenta no defraudó. El viernes a media mañana empezó a nevar de forma ininterrumpida hasta el sábado por la noche. Más de veinticuatro horas de tormenta que ya el sábado a primera hora de la mañana en muchos lugares llegaba al medio metro de nieve.

Durante todo el tiempo que duró la nevada los que dirigen los designios de Madrid estaban perdidos, como pollos sin cabeza. Fueron incapaces de gestionar la situación que se vivía en las calles y las carreteras. Si previamente no hicieron nada para hacer ver a la ciudadanía que no usara el transporte privado, durante la nevada ya estaban desbordados, hasta el extremo de ser incapaces de suspender el servicio de autobuses hasta la noche del viernes. A las nueve de la noche, todavía había autobuses de la EMT en funcionamiento cuando la circulación por las calles de Madrid era muy peligrosa, y puedo decir esto porque lo viví en primera persona. A partir de las seis de la tarde circular por Madrid era más que peligroso, pues ya había vehículos que se estaban quedando bloqueados. Muchos conductores del servicio urbano de autobuses tuvieron que abandonar los vehículos y los que pudieron volvieron a sus domicilios por su cuenta, porque alguno se vio atrapado y no pudo salir del autobús, pero el delegado de Medio Ambiente y Movilidad del Ayuntamiento no es que no dimita, es que saca pecho y el gerente de la EMT estará esperando a que llegue el día 30 para cobrar la nómina.

Durante las algo más de veinticuatro horas de nevada en Madrid reinó el desgobierno y la improvisación, y en algunos casos la táctica fue ponerse de perfil. Como si la nevada y sus consecuencias no fueran con ellos.

Y el colofón ha sido el tercer acto. Todo lo que se ha vivido a partir de que finalizo el temporal de nieve ha servido para superar, aún más si cabe, el cúmulo de torpezas cometidas en los dos primeros actos. El domingo por la mañana todo tenía un aire dantesco. Se vivía una situación de incomunicación total. Era imposible la circulación terrestre. Se veía algún quitanieves en las carreteras, como es el caso de la M-30, pero en la ciudad hasta bien entrada la tarde ni se les vio ni se les esperó y hay que decir que a día de hoy, pasados siete días, según los datos oficiales del Ayuntamiento de Madrid sólo han limpiado un tercio de las calles. En las primeras horas las declaraciones de los responsables políticos fueron que la gente colaborara en la limpieza de las calles. Era la imagen patética de unas autoridades totalmente desbordadas. Esto es lo que se llama buena gestión de la derecha.

De los efectos del temporal y de su gestión se puede hacer algunas reflexiones, para ver hasta que extremo la ciudadanía madrileña está a merced de una banda de descerebrados.

Lo primero que hay que destacar es que los servicios públicos están siendo castigados sin piedad por las políticas ultraliberales del Trifachito en el Ayuntamiento y Comunidad de Madrid. Hemos podido comprobar que para situaciones de este tipo la que se autoproclama como la comunidad más rica del Estado no tiene equipos ni personal suficiente para hacer frente a un temporal de nieve. Hay comunidades autónomas mucho más modestas que tienen varias nevadas durante el invierno y no proyectan la imagen de caos que ha dado la Comunidad de Madrid.

Desgraciadamente, y es una consecuencia que se repite de forma reiterada, quienes están sufriendo mucho más las consecuencias de todo este desbarajuste son los barrios y las zonas más humildes. La administración local se ha preocupado en atender las necesidades de los barrios más ricos y más visibles. Por el contrario, en los barrios más humildes y periféricos han sido sus gentes las que han salido con picos y palas a quitar la nieve y el hielo. En este fin de semana, después de una semana laborable muy complicada, la ciudadanía de todos estos barrios ha vuelto a tomar las riendas para poder adecentar las calles.

Lo mismo ha ocurrido con la enseñanza, mientras los colegios concertados han tenido un sinfín de recursos para poder retomar las clases, al igual que durante el confinamiento, mediante las herramientas tecnológicas, los colegios públicos han sufrido uno de los mayores abandonos que se pueden dar. Y esto se ha visto agravado a la hora de la limpieza y acondicionamiento de los centros educativos. Después de cinco días laborables, el viernes la mayor parte de la red pública de enseñanza estaba inoperativa y no estaba preparada para abrir la siguiente semana. Han tenido que ser los profesores y los padres de alumnos los que sustituyeran la acción de la administración autonómica para el acondicionamiento de los centros educativos. Esto no ha ocurrido con la enseñanza concertada que ha tenido más recursos para adecentar sus instalaciones y accesos. La comunidad más rica del Estado es la que peor maltrata a la enseñanza pública. Por lo que respecta a los campus universitarios, los accesos a la mayor parte de ellos son impresentables, lo que ha paralizado toda su actividad.

Esta nevada ha sido la puntilla para la masa arbórea de Madrid. Si era de todos conocido que más de un veinticinco por ciento de los árboles estaban enfermos, la nieve ha acabado por agravar el problema. Las calles están llenas de ramas y troncos de árboles, por lo que muchos no sobrevivirán. Todo esto es producto de mantenimiento deficiente por parte del ayuntamiento. Las podas se hacen tarde y mal. De hecho, este año muchos árboles no han sido podados y eso ha incrementado el desastre que ha generado la nevada. Este servicio es uno de tantos que su gestión está en manos de empresas privadas que están más pendientes de su rentabilidad que de ofrecer un servicio de calidad.

Aunque pueda parecer surrealista, a lo largo de esta semana ha habido desabastecimiento de muchos productos en los grandes supermercados y tiendas de alimentación y no ha sido porque haya habido una avalancha de personas comprando de forma compulsiva, es que las mercancías no han podido llegar a su destino. Ha sido producto de no haber puesto los medios necesarios para que las mercancías pudieran llegar a los centros de venta y para ello tenían que haber tenido acondicionados todo el trayecto que tienen que realizar los productos.

Pero en todo esto no le ha ido mal a todo el mundo. Esta situación ha sido muy beneficiosa para todas esas empresas que de la noche a la mañana se han visto agraciadas con adjudicaciones sin concurso de ningún tipo, es decir, a dedo, con la excusa de la urgencia. Lo que viene a corroborar que la administración no tiene medios suficientes para prestar los servicios necesarios a la población pero si para repartir cantidades astronómicas de dinero entre empresas de su entorno.

En situaciones de este tipo, la petición más socorrida de los gobiernos de derechas es que les envíen la UME. Esa unidad militar que creó Zapatero para actuar en catástrofes y que recibió todo tipo de críticas por parte de los que ahora están pidiendo su ayuda. Lo que demuestra todo esto es la necesidad urgente de que las instituciones creen una unidad civil para actuar en todo tipo de situaciones de emergencia. Hay que acabar con ese deseo de militarizar cualquier situación de emergencia.

Para finalizar, los responsables del Ayuntamiento han tenido la ocurrencia de pedir la declaración de zona catastrófica. Para quitar la nieve de las calles no están teniendo prisa, pero para elaborar un informe que con los datos que se han publicado se puede decir que es un informe bastante deficiente les ha faltado tiempo. Como perlas de ese informe el Ayuntamiento de Madrid reclama lo que dejó de ingresar por parquímetros y pistas de pádel, además una serie de partidas que no hay por donde cogerlas. Parece que nos quieren equiparar una nevada a un terremoto o a unas inundaciones.  Todo esto no deja de ser el enésimo intento de hacer oposición al Gobierno Central desde las instituciones donde el Trifachito gobierna.

Lo que no dice nada el Ayuntamiento que para 2021 ha bajado los impuestos directos, como es el caso del IBI y quienes más se han beneficiado son los inmuebles más grandes y que están ubicados en mejores zonas de la ciudad. Luego es normal que las cuentas no les cuadren.

El caos en Madrid se llama Díaz Ayuso

El caos se ha adueñado definitivamente de la Comunidad de Madrid. No hay marcha atrás. En la primera ola de la pandemia la gestión de la Comunidad de Madrid fue desastrosa. Eso sí, con el intento de maquillarla utilizando la táctica de echar la culpa al Gobierno del Estado por haber recentralizado algunas de las competencias de las CCAA, pero ahora no tiene excusas y  los comodines se le han ido acabado al Gobierno de Ayuso.

Lo primero que habría que recordar es que allá por los meses de mayo y junio la Comunidad de Madrid salió de las fases para pasar a la normalidad sin cumplir los parámetros sanitarios requeridos y poniendo más el énfasis en la cuestión económica que en la seguridad de la ciudadanía. Todo ese proceso se produjo con la dimisión de la directora de Salud Pública de la Comunidad de Madrid al no compartir el criterio de Díaz Ayuso de que Madrid pasara a la fase 1. Es decir, se impusieron los criterios políticos a los sanitarios. En esos días en Madrid se vivían imágenes bochornosas como el espectáculo que montó la vicealcaldesa de Madrid, Begoña Villacís, inaugurando la temporada de terrazas.

Desde que las CCAA recuperaron todas sus competencias el Gobierno de Ayuso no ha cumplido ninguno de los compromisos que asumió. No reforzó la sanidad pública con el incremento de los recursos, no contrató rastreadores hasta pasadas muchas semanas, ha tenido problemas con todo el personal sanitario y ha dejado abandonada a la atención primaria y a la educación pública.

Los meses de julio y agosto han sido un continuo esconder los datos de la pandemia en la Comunidad de Madrid, con el agravante que no podía echar la culpa al Gobierno Central.

El espectáculo que dio los últimos días de agosto quedando en evidencia por no tener organizada la vuelta a las aulas no presagiaba nada bueno y al final toda esta situación tenía que estallar, era cuestión de tiempo. Una vez que finalizara el periodo vacacional y que se reincorporar la mayor parte de la población al trabajo y se abrieran los colegios estaba claro que los contagios se iban a disparar llegando a la situación actual en la que la Comunidad de Madrid está al borde del abismo. Los datos son irrefutables y los porcentajes de contagios por cada 10.000 habitantes son los más altos de toda Europa, las UCIS de los hospitales madrileños se empiezan a colapsar y la atención primaria sencillamente la han desmantelado, por lo que se ha convertido en un ente en vías de extinción.

La Comunidad de Madrid es como un pollo sin cabeza, va de despropósito en despropósito y la última ocurrencia ha sucedido el pasado miércoles, cuando la Consejería de Sanidad informa, a través de su viceconsejero, que tiene intención de confinar algunos barrios de la capital sin haber sido aprobadas por el Gobierno de la Comunidad de Madrid y habiendo sido informada la presidenta a través de WhatsApp. Para rematar todo este compendio de disparates, el vicepresidente de la Comunidad de Madrid ha pedido al gobierno Central que se implique, haciendo total dejación de las competencias que tiene el Gobierno del que forma parte.

Toda esta forma de actuar sería una ópera bufa de lo más divertida si no fuese porque se está jugando con la vida de la ciudadanía y se están destruyendo los servicios públicos.

A los que dirigen los designios de la Comunidad de Madrid habría que recordar algunas cuestiones que son de manual para poder realizar una gestión medianamente eficaz. Se les olvida que las competencias en sanidad y educación corresponden a la Comunidad de Madrid. Si, la gestión de la sanidad pública. Esa competencia que durante el estado de alarma Díaz Ayuso exigía que se la devolviera el Gobierno Central y que desde que le fue devuelta ha sido incapaz de gestionar, porque la preocupación del Gobierno ultraliberal de Madrid ha sido y es la privatización de todos los servicios públicos. La adjudicación de los rastreadores se realizó en el tiempo de descuento, cuando no le quedaba más remedio que contratarlos por la presión que se estaba dando. Y curiosamente, si a principio del mes de agosto la contratación la intentaron canalizar a través de voluntarios de la Universidad Complutense de Madrid, al final la adjudicación la hicieron de la noche a la mañana y recayendo en una empresa privada del sector sanitario, sin concurso previo y sin llegar a contratar el número de rastreadores al que se había comprometido para salir de las fases.

A la hora de organizar el inicio del curso escolar le ha ocurrido algo similar. Su preocupación ha sido abastecer de medios a la enseñanza concertada en detrimento de la escuela pública. Cuando la comunidad educativa se le echa encima, improvisa y es el momento en el que nos regala alguna declaración o promesa que no tiene ninguna intención de cumplir, como es la promesa que realizó a finales de agosto de contratar 11.000 profesores interinos y que no ha cumplido. Y para inaugurar el curso escolar decide realizarlo en un colegio concertado. Está claro que esta gente no disimula. Su objetivo es cargarse la educación pública.

A todo esto hay que añadir el elenco de declaraciones que realiza, propias de una política xenófoba y clasista. El culpar de los contagios a la forma de vida de los inmigrantes no es más que intentar de forma menos abrupta estar a la altura de las declaraciones que realiza sus socios de legislatura, VOX, cuando a los barrios más humildes los llama estercoleros multiculturales. Quizá se deba a que se están disputando el mismo electorado, porque ambos partidos son de extrema derecha.

El Gobierno formado por PP y Cs es un atajo de incompetentes que está generando el caos por su mal hacer, pero todo este caos no sólo se debe a su incompetencia. Gran parte de ello se debe al tipo de políticas que pone en práctica y en tiempos de pandemia esa gestión se les acaba escapando de las manos. Un ejemplo de ello es que mientras Diaz Ayuso recorta en sanidad y educación, esta semana ha anunciado rebajas de impuestos, y, por supuesto, las rentas altas son las primeras que se van a ver beneficiadas de esta medida. Es evidente que a este segmento de la población la sanidad pública le resbala porque son usuarios de la sanidad privada y la educación pública no saben lo que es porque sus hijos van a colegios privados o en el peor de los casos concertados.

Los barrios, distritos y pueblos que más contagios tiene son aquellos donde vive la clase trabajadora porque las condiciones de vida son las más precarias. Muchas familias viven hacinadas en viviendas de menos de 50 metros cuadrados. Son barrios con calles estrechas y para ir a trabajar utilizan el transporte público. Son personas que tienen trabajos precarios y en muchos casos no se pueden permitir coger una baja laboral porque si no trabajan no pueden comer. Esta población que es la que más necesidad tiene de una atención adecuada en la sanidad pública es la que está sufriendo todos los recortes en la atención primaria de sanidad y en educación. Pero a la derecha ultraliberal todas estas personas no les preocupa absolutamente nada y cargan sobre la población más desfavorecida la responsabilidad de los contagios. Criminalizan a los pobres porque tienen la desgracia de serlo.

En el día de hoy han tomado una serie de medidas que me temo que no van a servir absolutamente para nada. De poco o nada sirve confinar a los barrios de Madrid y ciudades del sur de la Comunidad si esas personas utilizan el transporte público para trasladarse al trabajo y a los centros educativos. Puedo decir, por experiencia propia, que el funcionamiento del Metro madrileño es lamentable. Las esperas entre trenes son superiores a lo habitual, lo que conlleva aglomeraciones en los andes y dentro de los vagones es imposible guardar las distancias de seguridad. Quitando algunos tramos de líneas periféricas, el resto de la red sencillamente está saturada.

La hoja de ruta del Gobierno de Ayuso, con la aplicación de las políticas más neoliberales al más puro estilo Trumpista es una bomba de relojería que va a explotar de lleno en el corazón de las personas más vulnerables y sólo servirá para agrandar la brecha social en la Comunidad de Madrid.